La Unidad de Entomología Agrícola de la Universidad de Córdoba ha optimizado la producción de bioinsecticidas contra la mosca del olivo (Bactrocera oleae), a partir de hongos entomopatógenos, y mejorado su resistencia a situaciones adversas.
La Unidad de Entomología Agrícola de la Universidad de Córdoba, dirigida por el catedrático Enrique Quesada, lleva años obteniendo éxitos en el control de la población de mosca del olivo mediante el uso de hongos entomopatógenos, microorganismos capaces de causar una enfermedad al insecto plaga. En concreto, su investigación ha avanzado hasta encontrar la especie de hongo entomopatógeno ideal contra esta plaga (Metarhizium brunneum) y la cepa más virulenta y efectiva (M. brunneum EAMa 01/58-Su, en fase de registro). A partir de ella, ha creado un método innovador que, aplicado al suelo del olivar durante otoño, reduce las poblaciones de B. oleae emergentes del suelo.
Con el objetivo de conseguir el bioinsecticida más eficaz en cuanto a su producción y aplicación, el equipo de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO), formado por los investigadores Meelad Yousef, Antonia Romero, Enrique Quesada e Inmaculada Garrido, ha dado un paso más. Hasta ahora, la forma de propagación del hongo en bioinsecticidas era a partir de conidios (estructuras de reproducción de los hongos), dependientes de un proceso de fermentación sólida para la creación de los bioinsecticidas y más sensibles a los factores externos una vez se encuentran aplicados en campo. Con este nuevo trabajo, este grupo investiga y optimiza la producción del método de control a partir de otra estructura reproductiva: los microesclerocios. “Esta estructura está formada por una maraña de filamentos del hongo que se aglutinan, permaneciendo estables a lo largo del tiempo en condiciones desfavorables”, explica la investigadora Antonia Romero. Una vez que las condiciones se vuelven favorables, estos microesclerocios comienzan a germinar, “se desenrollan, producen otros filamentos que dan lugar a los conidios, que se esparcirán y controlarán la población de mosca. De esta manera, los microesclerocios, que solo son producidos por algunas cepas del hongo, sirven a modo de reservorio que permite al agente activo sobrevivir a condiciones como la sequía”.
Con esta investigación también se buscaba dar respuesta a una industria que pide facilidades de fabricación de bioinsecticidas ya que “estos microesclerocios son muy fáciles de producir en masa en fermentación líquida, simplificando el proceso de producción, mientras que los conidios solo se pueden crear a partir de fermentación sólida”, subraya Meelad Yousef. Con un coste menor y una mayor cantidad de este elemento por lote, unido a su gran tolerancia a los factores abióticos y su permanencia en suelos durante mayor periodo de tiempo, los microesclerocios se presentan como una herramienta idónea para hacer frente a la mosca del olivo.
En este trabajo, además de confirmar que la cepa elegida por el grupo como la más virulenta y eficaz (M. brunneum EAMa 01/58-Su) es capaz de producir microesclerocios en cantidad y de calidad, en comparación con otras dos cepas, los investigadores ofrecen un manual de instrucciones en el que se estipula la mejor temperatura de almacenamiento de los productos fabricados a partir de microesclerocios, así como la mejor combinación de temperatura y humedad del suelo a la hora de la aplicación “si se quiere que germine rápido, ya que la estructura puede permanecer latente en el suelo hasta que se den las condiciones idóneas”, matiza Yousef. Así, se optimizan las condiciones de almacenamiento, aplicación y también se señala cómo afectan condiciones como el tipo de suelo, la humedad o la exposición a rayos ultravioletas una vez aplicado el producto en suelo.
FUENTE: Phytoma.
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